El blog de Carlinhos

El blog de un escritor de artículos poco convencional

Una visita a la catedral del pilar

Llevo unos años pensando en viajar a Zaragoza para visitar la Basílica del Pilar, no es porque yo sea extremadamente religiosa, soy creyente pero no muy practicante, si quiero ir es para contemplar el templo, esa catedral de estilo barroco que seguro que es lo más bonito que haya visto nunca. La he visto en fotografías y en reportajes de la televisión pero verla allí, en persona, debe de ser un verdadero placer.

Arquitectónicamente el templo se divide en tres naves, iguales de altura cubiertas con bóvedas, en ellas hay pilares muy robustos que aguantan las cúpulas, una verdadera maravilla para los apasionados del barroco y de sus construcciones.

Ni corta ni perezosa hago una pequeña maleta y me dirijo a Zaragoza para pasar el fin de semana y poder degustar sus platos típicos y poder visitar la catedral. Voy transitando y se va haciendo de noche ya que he salido el viernes para poder aprovechar todo el sábado, cuando me doy cuenta de que me falta una luz ¿Qué hago? No me queda más remedio que seguir hasta destino y por la mañana buscar un desguace zaragoza para comprar los repuestos que me hacen falta, solo me falta rezar para que no me para la guardia civil y me multe por no llevar luz.

Llego sana y salva al hotel en el que me voy a quedar y lo primero que hago es solicitar la dirección del desguace más cercano, y allí está muy cerquita del hotel, por lo que en cuanto me levanto por la mañana me dirijo a adquirir las dichosas bombillitas. Allí son tan amables de instalarme las luces y así ya puedo disfrutar de mi fin de semana.

Lo primero que hago es irme a visitar la catedral, quedo tan maravillada con lo que veo que se me saltan hasta las lágrimas, esa maravilla creada por el hombre es digna de ver, sin duda alguna lo voy a disfrutar hasta el final. Paso en la catedral prácticamente toda la mañana, contemplando cada detalle, empapándome de la historia que encierran esas paredes, una basílica muy bien tratada por los años y por los restauradores, cuidada hasta el último detalle.

Quitando el pequeño percance de las luces del coche, un fin de semana maravilloso, todo salió a pedir de boca, además comí hasta la saciedad e hice turismos por esa bella ciudad.

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